domingo, 11 de julio de 2010

El sulfurarse el inclinar la cabeza y el esperar, lo que debemos seguir sin cuestionar, no las cuestiono solo quiero cambiar un poco la rutina de 23 años. Era lo que replicaba con alaridos ya solemnes la encrucijada convaleciente, sin más que su desgastada máquina de escribir oxidada que trazaba con delicadez pero con manchas sus sentimientos de cuatro paredes.

sentimientos de tinta aguada y de dedos frágiles que chocaban con las duras teclas de la mal conservada maquina de escribir, que succionaba el papel y lo prensaba y que le daba vida con tintas monocromáticas, la insatisfacción era el café de todos los días y la inspiración era un cuadro inclinado y polvoriento en el lado derecho de la habitación con un autógrafo que era el nido de amor de las promiscuas lagartijas que se apiñaban por un espacio, jugando a ser invisibles.

Moriría por algo que tenía mucho sentido para el aunque no figurara en el diccionario, estaba dispuesto a andar sin zapatos hacia el barranco y solo la idea de el viento golpeándole la frente y recorriéndole el cuerpo, lo empujaba mas a correr y era raro solo pensar que el sueño de su infancia es y era un sueño suicida.

El flujo de la necesidad le impugnaba pero a la vez lo atraía cada vez más hacia adentro de los barrotes psíquicos se hacían más gruesos, la soledad le daba palmaditas en el hombro y lo succionaba, la soledad, la muerte lo que fuese que se posara a sus espaldas y murmurara murmuros que no podía entender, ese ente que el se imaginaba con un cuchillo rebanador, pero del que solo sentía suspiros en su nuca cada ves mas agudos, quizá por miedo quizá por lo maniatado que estaba a su maquina moribunda, nunca volteo la mirada y se consoló con un "ni me interesa".

La maquina se atasco y se daño en efecto dómino y la ira hizo el resto. La mente estaba en blanco y se dio intuitivamente cuenta de que la maquina significaba mucho para él, y que la pequeña e inconstante luz de los faroles ya oxidados del vecindario que se deslizaba escurridiza en medio de los barrotes y chocaba con el papel virgen era su alma, era su inspiración.

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